Ikibana Borne | Restaurante fusión Nipo-brasileña – Barcelona

Nos gustó mucho tanto la comida como el local. Muy buen decorado y con un ambiente muy moderno. La comida está exquisita, la fusión muy acertada y las presentaciones de los platos son geniales. El personal muy agradable y muy atento. Sin duda alguna volveré otra vez para probar más platos :)

Nos gustó mucho. La comida rica,bien presentada y variada. Los camareros muy atentos y amables,un 10 Volveremos pronto! Gracias por el buen rato que hemos pasado

Me habían hablado muy bien pero superó todas nuestras expectativas. La comida estaba espectacular y la amabilidad de la camarera que nos aconsejó muy bien acerca de las mejores decisiones de la carta. Nos hizo sentir como en casa. Mil gracias! Todo una experiencia.

I ordered cutlet curry. Katsu curry is originally a dish made with pork, but this restaurant uses incredibly thin chicken cutlets, about 1cm in length.I was very surprised as I had never eaten such thin cutlets at any restaurant. The atmosphere of the store is like a Brazilian jungle.

Ya habíamos estado anteriormente en este ikibana (y en los de paralel y sarria) y la verdad que siempre habíamos salido contentos. Hace mucho que no volvíamos y esta vez la verdad que hemos salido decepcionados. Encontré escasas las raciones y no sosas. Pedimos el pollo rebozado, Hokkai de salmón, uramaki de picaña, uramaki de langostino, yakisoba y yakimeshi, 8 cervezas y la cuenta nos subió a 218€ (con un 20% de descuento que teníamos). Había sido muy fan de este sitio pero creo que no volveré.

Esperaba más. Un sitio que pinta bien, entre comillas algo de lujo. El local bastante bonito y limpio, pero eso no es todo. La atención bastante normal, me parecía que faltaba personal, teniendo en cuenta que tienes cocteles, vinos, varias cosas en el menu, no puede haber una una persona sola durante casi dos horas. Un lugar de este tipo necesita una organización mejor y no digo que las chicas nos atendieron mal porque no fue asi. Pobre ni le dio tiempo de cenar, porque se sento solo un momento para comer, mientras otra se cambiaba para entrar. Supuestamente la carta es la misma que en ikibana sarria pero cuando pedí el postre que comi alli me dijeron que no hay. No que se acabo, sino que no lo tienen en la carta. entoces ? mejor no mencionar que es igual, porque no es. Gyozas recomiendo NO pedir. Sin sabor, total. El sushi, pues por ese precio sinceramente voy a un buffet, ni producto wow, ni arroz me gustó. El curry no estaba mal, pero sinceramente a mi me salió mejor cuando lo prepare en casa. La carne muy buena, eso sí, alli hay calidad. No vuelvo ni recomiendo.

«¡Vengan, ilusos, que ikibana ser timados!» Podría ser el perfecto eslogan de esta cadena de restaurantes. Al averiguar que estos locales pertenecen a un gran grupo empresarial, la falta de alma detrás de sus propuestas gastronómicas queda perfectamente justificada. Cuando es un lobby y no un individuo apasionado el que vela por un local de restauración, la deshumanización se masca en el ambiente. Sabía a lo que iba, un lugar con pretensiones refinadas que se jacta de haber logrado una fusión vanguardista entre Brasil y Japón y que por ello va a inflar los precios por encima de la media; y esto no supondría ningún problema siempre y cuando la calidad gustativa de la oferta culinaria estuviese a la altura de su tasación. Pero no, no ha sido el caso. La carta es prácticamente una oda al sushi en la que se permiten el lujo de cobrarte hasta 12€ por dos piezas; este plato, después de las huevas de esturión albino, las hebras de azafrán y la trufa blanca, debe ser el bocado más caro del planeta. Yo fui un poco más mediocre y me pedí las dos piezas de gunkan por 9€ esperando, como una idiota, un manjar edénico de tamaño superior al habitual. Para mi ingrata sorpresa, no solo era de dimensiones normales tirando a mini, sino que no tenía absolutamente nada de especial salvo el retrogusto a fritanga. Pero el despropósito no acaba aquí, ahora vamos con las seis piezas de tatemakis por 16€. La descripción del relleno era acojonante, de estas que te hacen salivar más que al perro de Pàvlov en Domingo de Resurrección. La presentación de aquel insulto a la gastronomía japonesa ya presagiaba que el dolor no solo se limitaría al del bolsillo, sin embargo, cuando te metes la cosa esta en la boca todos los temores se confirman, aquello es más desolador que el arroz en blanco los días de gastroenteritis. El menú no mejoró al cambiar de registro y pedir udon, sino que esta ha sido la primera vez que la escasez de un plato me resulta algo ventajoso. Si me vas a cobrar más de 15€ por un cuenco ridículo de fideos gordos, por lo menos exijo que los trozos de calamar no sean ultracongelados y que las cuatro gambas no vengan momificadas. Que no se use género fresco en en un restaurante donde el alma máter de la carta es el pescado, mínimo, da para unas cuantas reflexiones. El ceviche fue lo único salvable, aunque su perfecta combinación entre la acidez y el picante queda totalmente empañada por el despropósito servido en el resto de platos; y por supuesto, por el desfalco de 75€ que sufrió mi cuenta bancaria. Me quedé con hambre, pero prevalecieron mis principios, no pensaba regalarle ni un céntimo más a tan innoble causa. Google debería dejar puntuar en estrellas negativas cuando se trata de lugares como este donde te hacen sentir un primo y encima te cobran exageradamente por ello.

Fuimos de cena de empresa y probamos un menú degustación. Varias personas de nuestro grupo tenían varias restricciones alimentarias (celíacos, veganos, vegetarianos, alérgicos a los camarones), los camareros fueron muy amables de preguntarnos por ellas y adaptaron el menú a nuestras necesidades. Además, cuando nos presentaban los platos nos avisaban a todas de lo que podíamos y no podíamos comer teniendo en cuenta esas intolerancias. Servicio de 10 y comida riquísima de 10 también. Volveremos!